Comentario del evangelio del día: (Jn 1,47-51)
Jesús observaba a Natanael mientras él estaba debajo de una higuera. Y Jesús veía todo lo bueno que había en ese hombre. Luego, Jesús lo elogió diciendo que era “verdadero” y sin engaño, es decir, que era un hombre honesto, leal, sincero, sin vueltas. Natanael se sintió descubierto, supo ver que todo su ser estaba desnudo ante los ojos de Jesús, y al mismo tiempo reconoció ese amor divino capaz de valorar lo bueno que llevamos dentro. Así nos mira Jesús a todos, y así tendríamos que dejarnos mirar por Él. Pero a ese hombre que era capaz de asombrarse, Jesús le prometió algo más grande: “el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre”. No habrá secretos para los creyentes, no habrá puertas cerradas; los ángeles, mensajeros de Dios que hacen de puente entre el cielo y la tierra, nos anuncian que, nuestro encuentro con el Señor, podrá ser pleno y sin límites. A eso estamos llamados.
[amazon box=»8422017024″ tracking_id=»tektonmarcosv-21″]