Blog del sagrado Corazón de Jesús: Con su cruz puso en paz todas las cosas
Con su cruz puso en paz todas las cosas
Col 1, 20
«La Santa Cruz en la que murió representa y recuerda el verdadero amor de Dios por cada una de las personas, aún los alejados, es muestra de que Dios quiere lograr algo nuevo en cada uno siempre.
En su cruz veneramos su Sagrado Corazón, veneramos su amor y así mismo es aliento para todos, aliento que nos da fuerza en la vida y saber poner empeño en las cosas nuevas que tenemos y estamos llamados por Dios a lograr.»
Mons. Jorge Alberto Cavazos Arizpe,
30 junio 2022
Pensé en comenzar este artículo con las palabras de Mons. Jorge Alberto Cavazos, Arzobispo de San Luis Potosí, aun cuando la mayoría de las veces comienzo con alguna cita bíblica o un pensamiento de algún santo; finalmente, como no sabía cómo llamar a este artículo, el mismo Obispo -en el discurso que dio en la comunidad de “Escalerillas”, el día en que llegó a nuestra arquidiócesis- me dio la idea del título: Con su cruz puso en paz todas las cosas.
Y es que en esta ocasión resulta inevitable hablar de él; recién ha llegado a nuestra Arquidiócesis “muy amada” -como él la ha nombrado- de San Luis potosí, México, y aún experimento el gozo que de esta toma de posesión me ha llenado.
Su llegada ha sido preparada y esperada con alegría, fe, esperanza y amor; y ¡no es para menos!, enviado por el Papa Francisco (Vicario de Cristo como obispo, pero, como Obispo de Roma, es pastor de todo el rebaño, cfr. CEC 880 y 882), como cada Obispo que hay en el mundo, así que: “bendito sea el que viene en nombre del Señor” (Lc 19, 38). Seguidor del evangelio, pues es su misión y la tiene clara, llega hablándonos de la paz que Jesús por medio de la cruz pone en todas las cosas; de la paz nos llega hablando “desde el camino” por donde viene peregrino a la Catedral de nuestro Estado; nos dice el Catecismo, numeral 1909: “El bien común implica, finalmente, la paz, es decir, la estabilidad y la seguridad de un orden justo”, ¿no debemos responder nosotros dejándonos guiar, dejándonos apacentar, por “el que viene en nombre del Señor”?
Así que hoy quisiera hablar primeramente de manera breve de lo que es “un obispo”, de “nuestro Obispo y de lo que lleva en el “corazón”: la “misión” que se le ha encomendado; también hablar un poquito de nosotros “la grey” que le tocó apacentar y finalmente … ¡del Corazón de Jesús!, para que sea Él quien comience, quien dirija y quien lleve a buen final este escrito.
El Catecismo numeral 1558 nos explica: «La consagración episcopal confiere, junto con la función de santificar, también las funciones de enseñar y gobernar […] En efecto, por la imposición de las manos y por las palabras de la consagración se confiere la gracia del Espíritu Santo y se queda marcado con el carácter sagrado. En consecuencia, los obispos, de manera eminente y visible, hacen las veces del mismo Cristo, Maestro, Pastor y Sacerdote, y actúan en su nombre (in eius persona agant)» (LG 21). ‘El Espíritu Santo que han recibido ha hecho de los obispos los verdaderos y auténticos maestros de la fe, pontífices y pastores’ (CD 2)”; esto que dice el catecismo, Mons. Jorge Alberto lo lleva vivamente, pues él mismo respondía a una pregunta de la prensa -en la comunidad de Villa de Arriaga, 30 de junio 2022- de esta manera: «Quien va llevando la Iglesia: ‘es Cristo’. Sabemos quién nos acompaña: es Cristo, y Cristo en toda circunstancia, como lo hemos vivido en la historia de la Iglesia, pues ha sabido guiar a su Iglesia por la que dio la vida a la que ama, y entonces Él mismo tiene sus tiempos y sus momentos para ir suscitando siempre nuevas experiencias»; y en estas palabras que él ha pronunciado se va cumpliendo su vivir episcopal, y este es el sentir y el vivir de nuestro obispo: Mons. Jorge Alberto Cavazos Arizpe.
A su llegada, en los distintos encuentros que tuvo con la prensa, diferentes comunidades parroquiales, su arribo a la Catedral y finalmente en su Toma de Posesión, ha mencionado ciertas palabras muy insistentemente y además significativas: hermano, amigo, fe, corazón, Evangelio y paz, y lo ha dicho porque “su boca habla de lo que reboza el corazón” (Lc 6, 45), sin duda frutos del Espíritu Santo; y al haber leído la explicación del Catecismo sobre el Obispo me lleno de alegría porque siempre he pensado que en la persona del Obispo mora más plenamente el Espíritu Santo que en nosotros -“la grey” que Dios le ha confiado- e incluso que los mismos sacerdotes. En las promesas del Sagrado Corazón de Jesús la primera es: “A las almas consagradas a mi Corazón les daré las gracias necesarias para su estado”; ignoro si Mons. Jorge Alberto esté consagrado al Corazón de Jesús, pero lo que sí puedo decir es que lo contempla y lo venera; de sus propias palabras es que lo sé (y estoy segura que está promesa se verá cumplida en él pues está consagrado a Él completamente), pues ha dicho: “En su cruz veneramos su Sagrado Corazón”, es decir hemos de contemplar la Cruz, hemos de contemplar a quien está en ella, hemos de contemplar el amor de Dios, que dio la vida por todos y cada uno de nosotros; esa es la clase de amor que hay en ese Sagrado Corazón de Jesús, amor no solo por los que estamos cerca de él, en la Iglesia; nos dice Mons. Jorge Alberto: “el verdadero amor de Dios por cada una de las personas, aún los alejados”, nos deja ver un poco lo que viene a hacer en nuestra Diócesis, llevar el Evangelio, llevar el amor de Dios a “todos”, porque creyentes o no creyentes somos parte de la grey que le tocó apacentar.
Así que a nosotros su grey nos toca a su gobierno, que es Cristo, con Cristo y por Cristo, pues tengamos siempre presente que él es quien viene en nombre del Señor, él ya ha dicho “sí” a la misión que se le ha encomendado en esta arquidiócesis, como María Santísima de quien es fiel devoto, pues llegó de su mano con la réplica de la Virgen de San Juan, y hasta el día de hoy lo he visto con ella llevándola a dónde él va a las distintas comunidades a las que ya ha estado acompañando, ¿y si nosotros que somos la grey que le fue confiada, decimos también “sí” a su plan de trabajo?, finalmente no es otro que trabajar por el Reino de Dios.
Caminemos juntos con nuestro Obispo, y veámoslo como nos lo pide: como hermano, como amigo, y tengamos siempre presentes sus palabras:
“En su cruz veneramos su Sagrado Corazón, veneramos su amor y así mismo es aliento para todos, aliento que nos da fuerza en la vida y saber poner empeño en las cosas nuevas que tenemos y estamos llamados por Dios a lograr.”
Dios sea Bendito
Este artículo ha sido escrito por Taide Leticia Martinez Montiel, GdH de SLP, Mex.